Por Brenda Saraí Leyva Martínez, Coordinadora del Área Socioeducativa de NIMA A. C.
La defensa de los Derechos Humanos
Toda persona tiene derecho, individual o colectivamente, a promover
y procurar la protección y realización de los derechos humanos y las
libertades fundamentales en los planos nacional e internacional.
(Organización de las Naciones Unidas [ONU], 1999, pág. 3).
El equipo de trabajo de NIMA, está conformado por mujeres diversas: psicólogas, abogadas, educadoras y politólogas. Todas acompañamos a niñas, niños, adolescentes y sus familias en sus procesos de sanación individual y colectiva. Desde mi mirada, asumirnos como defensoras de derechos humanos y acompañar a NNA es lo que nos une y nos compromete en la búsqueda y construcción de un mundo donde la justicia social y la paz prevalezcan. Desde las particularidades de nuestras profesiones, abonamos a estos procesos con el propósito de lograr el reconocimiento de NNA como personas completas, sujetas de derechos y defensoras de sus propios derechos y los de las demás personas, y de dignificar la vida.
La comunidad de NIMA también está integrada por mujeres: madres, abuelas, tías, hermanas, etc. quienes desde sus experiencias personales e historias de vida, año con año* acompañan a niñeces y adolescencias en sus procesos de sanación emocional, de denuncia y de exigencia de justicia ante las autoridades. La crianza y el cuidado de las y los otros han sido históricamente asignados a las mujeres y de esta división sexual del trabajo se han derivado luchas sociales por la dignificación de nuestras condiciones laborales y nuestra vida en general.
Existe una estructura patriarcal que violenta y mercantiliza no solo los recursos naturales, sino también la vida de las personas. Ninguna de las violencias que vivimos al ser niñas, niños, adolescentes, mujeres, o defensoras de DDHH, suceden por casualidad, por mala suerte, o porque quien nos agrede no pensaba “con claridad”. Suceden porque nadamos contra corriente en un sistema que oprime sistemáticamente por distintas condiciones como el género, la edad, la clase social; sistema que también está diseñado para que obedezcamos, no cuestionemos y callemos ante las injusticias.
¿Cómo se llega a ser defensora o defensor de derechos humanos?
Todas las personas tenemos el derecho a defender derechos, sin distinción de edad, género, etnia, orientación sexual, etcétera. Muchas veces nuestra historia personal nos lleva a este camino, otras personas lo eligen; incluso, algunas no se nombran a sí mismas como defensoras o defensores de derechos humanos, para otras representa un trabajo dentro de una organización social.
La convicción de acompañar a las y los demás, es algo que sentimos en las entrañas, en lo más profundo de nuestro ser; nos moviliza el miedo, la rabia o el deseo de vivir en un lugar mejor, donde todas las personas estemos seguras, libres y plenas. Los espacios desde donde actuamos son válidos y las vías que elijamos para incidir son válidas. Nuestra postura ética juega un papel fundamental en nuestro día a día, pues el enfoque de derechos humanos atraviesa toda nuestra vida, desde qué consumimos, de qué nos reímos, a quién seguimos, con quién nos relacionamos. Los derechos humanos y su defensa es un trabajo de veinticuatro horas, los siete días de la semana, los trescientos sesenta y cinco días del año.
Desde mi propia experiencia, trabajar en NIMA y acompañar a NNA, ha sido sumamente valioso. Ver el impacto de mi trabajo en la vida de niñas, niños y adolescentes, cuestionar mi entorno, aprender de y con mis compañeras, ver a las instituciones, leyes y al servicio público con otra mirada (la de derechos humanos) ha transformado mi propia vida, y no desde un sentido romantizado, sino humano y de resistencia. He podido aprender y desaprender, a través del análisis de mi propia crianza y socialización.
Luchar contra el sistema, visibilizar las violaciones a derechos humanos y acompañar a NNA nos lleva constantemente a seguir preparándonos y a fortalecernos, pero también tiene implicaciones en nuestra salud emocional y en nuestra integridad física. Es indispensable buscar espacios de autocuidado donde podamos dedicar tiempo para nosotras mismas: terapia, deporte, tiempo en familia, acompañamiento, arte, literatura; cada día hago un espacio para mí, para disfrutar de alguna de estas actividades. Ser testigo cada día de la violencia es desgastante, pero el trabajo de las y los defensores de derechos humanos me da un rayo de esperanza y una motivación para seguir en este camino.
La intención de esta nota no es romantizar el trabajo de defensa de derechos humanos, ni compartir una única mirada sobre lo que éste significa. Esta nota comparte mi experiencia personal en la defensa de los derechos humanos y reconoce que hay diversidad de experiencias y opiniones de otras/os defensores de derechos humanos que enriquecen y posibilitan distintas reflexiones.
* En nuestro Centro, las mujeres son quienes más acompañan a niñeces y adolescencias que han vivido vulneraciones a sus derechos humanos. Del total de acompañantes en el 2023, el 90% fueron mujeres; en el año 2022, hubo 91% acompañantes mujeres, y en 2021 las acompañantes mujeres fueron el 74%.
Referencias:
Organización de las Naciones Unidas (1999). Declaración sobre el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales universalmente reconocidas. https://documents.un.org/doc/undoc/gen/n99/770/92/pdf/n9977092.pdftoken=MI8ap2h3TiJHp5wTZG&fe=true

